jueves, 21 de febrero de 2019

Piezas libres de Chopin

EL ROMANTICISMO DE CHOPIN: 
PRELUDIOS, ESTUDIOS, NOCTURNOS, IMPROMPTUS.


Chopin representa un extraño caso entre los compositores intérpretes (en su caso, de piano) que ha alcanzado reputación como gran compositor. En toda su obra siempre hay un piano involucrado. Aparte de la dedicada al piano solista, su obra es más bien escasa (tanto para orquesta como música de cámara y vocal). 

Sus amigos y colegas lo animaban a abordar otros géneros; pero en cierta ocasión, bastante representativa, en que se le sugirió escribir un melodrama, el músico respondió: 

«Dejad que sea lo que debo ser, nada más que un compositor de piano, 
porque esto es lo único que sé hacer».

Chopin y el piano

El piano alcanzó en el siglo XIX su máxima popurlaridad. Había dejado completamente de lado al clavicémbalo y, por sus características, se adecuaba perfectamente a la expresión individual del sentimiento, característica del Romanticismo.​ Los fabricantes perfeccionaban el instrumento mejorando su variedad de matices, la pureza y riqueza del timbre y las posibilidades sonoras.
Chopin fue, prácticamente, un autodidacta del piano. Varias fuentes atestiguan la afirmación sobre él de que fue «un pianista sin maestros de piano».​ Ciertamente, apenas recibió lecciones pero, además, de músicos que no eran pianistas profesionales quienes, si bien le dieron las herramientas básicas y supervisaron sus primeros pasos, no le encaminaron hacia un método, escuela o estilo particular.

Siendo adolescente, Chopin era consciente de su estilo personal y prefirió continuar solo en la búsqueda de una técnica y un sonido propios, sin seguir a nadie como modelo particular. Varias veces se le ofreció asistir a clases de conservatorios y pianistas de renombre, pero siempre rechazaba cortésmente.

*Preludio Op.28, nº15 de Fr.Chopin, en Reb M, "Raindrop" ("La gota de lluvia").

Los primeros testimonios acerca del estilo de tocar de Chopin provienen de su primera gira, en Viena, donde se admiró «la extraordinaria delicadeza de su pulsación, una indescriptible perfección técnica, su completa gama de matices, fiel reflejo todo ello del más profundo sentimiento». Robert Schumann era uno de sus admiradores más destacados.
La sonoridad de Chopin al piano era delicada; lo que verdaderamente impresionaba de su modo de tocar eran sus matices y contrastes. A veces se le criticaba por su falta de fuerza, lo cual era parte de su propio estilo interpretativo.

No fue un gran concertista de piano, ni mucho menos un ejecutante arrollador y teatral que gustara de exhibir una técnica y virtuosismo portentosos, sino un pianista-intérprete de sus propias obras; y precisamente gracias a aquella "falta de fuerza" aludida en su personal y peculiar modo de tocar, que por otro lado era requerida por sus propias composiciones (no es que Chopin careciera de fuerza física, sino que su música era así), su sonido se adecuaba muy bien a las veladas musicales de la aristocracia de su época. Chopin prefería presentarse en esos pequeños salones, en donde era posible esa singular comunión que gustaba mantener con sus breves y selectos auditorios.

También es cierto que, como él mismo dijo, debido a su extraordinario nerviosismo para enfrentar sus conciertos, quisiera evitarlos, decantándose por aquellas audiencias más intimistas. En su Autobiografía comenta:

«No tengo temple para dar conciertos: El público me intimida, me siento asfixiado, paralizado por sus miradas curiosas, mudo ante estas fisonomías desconocidas». 

Y en una carta a un amigo, dice:
 
«No sabes qué martirio son para mí los tres días anteriores al concierto».​

*Selección de grandes piezas para piano de Fr. Chopin.

Una de las características particulares de su toque y de sus obras fue el rubato, de lo cual el mismo Chopin escribió:
"La mano derecha puede desviarse del compás, pero la mano acompañante ha de tocar con apego a él. Imaginemos un árbol con sus ramas agitadas por el viento: el tronco es el compás inflexible, las hojas que se mueven son las inflexiones melódicas".​
En las partituras de Chopin, el rubato está presente sobre todo en las partes en que se presentan valores irregulares o grupos de notas pequeñas (adornos). Según Chopin, éstos no deben tocarse exactamente, sino con estilo y buen gusto.​ Chopin rechazó la exageración y el amaneramiento respecto a este y otros aspectos interpretativos.​ El rigor y la sencillez fueron las constantes de su modo de tocar.​
Chopin descubrió el verdadero potencial del piano para construir un mundo poético de melodía y color. Sus obras son de una naturaleza profundamente pianística.
Sus contribuciones más importantes en el mundo del piano son las siguientes:
Su trascendencia e influencia en la música para piano fue inmensa, haciendo posible las investigaciones posteriores de FauréDebussy, SkriabinMessiaen o Lutosławski, como ellos mismos han reconocido.​

Chopin y el Romanticismo


La carrera de Chopin (desde 1831 en París hasta 1849) se desarrolla durante el segundo periodo de la época romántica, conocido como «Romanticismo pleno».​ Además de él, en Europa brillaban en aquellos años compositores como BerliozPaganiniSchumannMendelssohn y Meyerbeer; y destacaban las primeras óperas de Verdi y Wagner.

Muchos rasgos de la vida de Chopin son típicos del Romanticismo: su aire de misterio, su doloroso exilio, su inspiración atormentada, su refinamiento, incluso su temprana muerte (por la tisis).

Sin embargo, las biografías novelescas (también algunas películas) y las interpretaciones exageradas han terminado por falsificar la imagen del músico y su genio. Se ha dicho que «el mito con que se ha hecho víctima a su genio es el más tenaz y más nefasto de la historia de la música».​


*Mi propia interpretación del estudio Op.25, nº12 (Revolucionario), de Fréderic Chopin 
(Grabación de 2005):

Otros aspectos románticos de la música de Chopin son:
  • Su sentimiento lírico termine por quebrantar siempre la realidad patente.​ 
  • Su preferencia por las formas breves, sobre todo por la pieza de carácter (el nocturno, la balada).
  • Su tratamiento no convencional de géneros clásicos o históricos como la sonata, el concierto y el preludio). 
  • Su marcado nacionalismo musical, manifestado en la adopción y estilización de formas musicales folclóricas polacas (la polonesa y la mazurca).
Indiscutiblemente romántico, otras características en él le colocan en una posición singular, como su preferencia por la aristocracia y la monarquía.  Sus formas son abstractas y libres de referencias literarias, a pesar de su gran cultura en este campo. Los títulos que se les han aplicado («Revolucionario», «La gota de agua», etc.) no le pertenecen. Chopin evitaba que se buscasen referencias extramusicales en sus obras —al igual que Brahms—; de hecho, todas sus obras llevan títulos genéricos (sonata, concierto, polonesa, preludio...). Su música es pura, como la de Mozart (por ello, su enfado fue notorio ante ciertas publicaciones inglesas de sus piezas para piano con títulos escénicos descriptivos).
Solía mostrar indiferencia por la música de sus contemporáneos (incluso por Beethoven y Schubert).​ Manifestó, en cambio, su admiración y constante inspiración en Bach y Mozart, y también en la escuela de clave francesa​.​


*Mi propia interpretación de "Fantasía-Impromptu" de Fréderic Chopin (Grabación de 2005):


No obstante, Chopin siempre mostró un gran interés por la ópera de su tiempo, sobre todo por el bel canto italiano (Rossini y su amigo Bellini), aunque no llegó a componer nada relacionado con ella. 
Su gran conocimiento y maestría de la constitución melódica, tienen su fuente en:
  • El melodismo italiano le permitió «descubrir los secretos de la melodía verdaderamente cantable, y realzada por la técnica del bel canto».  
  • El folclore de su patria. Sus melodías son animadas, emotivas y de una perfecta elegancia.        

En cuanto a texturas, la preferida habitual suya es, por tanto, a la luz de sus preferencias melódicas, la textura tradicional de "melodía acompañada".

Hay que destacar también el importante rol que jugó en el desarrollo de la armonía en el siglo XIX. Chopin hace gala de un genio extraordinario e innovador plasmado en su riqueza, su ritmo armónico, sus modulaciones y sus sutiles cromatismos (anticipándose en medio siglo, en este aspecto, a sus contemporáneos; y suscitando la oposición y las críticas entre los músicos más conservadores). 

Chopin mantuvo un estilo más bien uniforme desde que dejó Varsovia (1830), sin etapas marcadas o una línea evolutiva clara.​ Sin embargo, se distingue un último periodo creativo o «estilo tardío», en el que el dramatismo y los efectos violentos dan paso a la gran concentración, la moderación del gesto y un lirismo más profundo. En las obras de esta última etapa, Chopin busca nuevos patrones formales, armónicos y sonoros (el Scherzo n.º 4, Sonata n.º 4, la Balada n.º 4, la Barcarola, la Polonesa-fantasía, los Nocturnos Op. 55 y 62 y la Sonata para violonchelo). 

*Nocturno Op.9, nº2 de Fr. Chopin, en Mib M. 

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